vendredi 25 janvier 2008

Prêts pour faire la paix?




Avant de clôre ce petit cycle spécial Colombie, on va parler d'avenir.
Et se souvenir que des processus de paix et de réconciliation ont été plutôt bien voire très bien menés et réussis en Amérique centrale (Guatémala, Nicaragua, Honduras, Salvador), au Pérou (70 000 morts entre 1990 et 2000 tout de même, et un travail remarquable de la commission de paix, réparation et réconciliation), mais aussi au Cambodge, en Afrique du Sud, pour des conflits qui semblaient alors inextricables.

Pour arriver à des accords de paix, essentiellement politiques, seule issue pour la Colombie, il ne s'agit pas seulement de volontarisme individuel, contrairement à ce que pensent Chavez ou Uribe. Il s'agit surtout pour chaque groupe en conflit de céder un peu, de faire des compromis, et qu'ils y trouvent tous un intérêt véritable, afin que ces accords soient durables.

Et c'est bien parce qu'Uribe ne comprend et n'envisage que la force militaire brute, c'est bien parce qu'il refuse la réalité de l'existence même d'un "conflit armé interne" et ne parle QUE (de façon assez commode car suffisamment vague et diluée) de "terrorisme", qu'une médiation internationale discrète, habile, appuyée sur une pression nationale et internationale soutenue, est indispensable.

Je te sers on the rock cette excellente, implacable analyse sur ce thème.
Et t'invite à aller sur ce site, ou sont postés les témoignages d'otages.

NO ES UN TEMA DE VOLUNTARISMO INDIVIDUAL!

¿Listos para hacer la paz?

Claudia López. Columnista de EL TIEMPO.

Asumo que casi todos los colombianos estamos inmersos en un carrusel de sentimientos. Alegría por la liberación, molestia por el show, emoción por el reencuentro, indignación por la intervención. Más allá de los coyunturales sentimientos, durante la liberación de Consuelo González, Clara Rojas y el reencuentro con su hijo Emmanuel, me quedé con la sensación de que en lo humanitario y la paz Colombia se siente como un país a la deriva.

A la par de la alegría de la liberación, sentí un profundo dolor de patria. Dos colombianas rescatadas por un gobierno extranjero, en helicópteros del extranjero, en territorio extranjero. Como dos extrañas que, independientemente de las razones, parecen interesar más a otros distintos de su sociedad y su gobierno. Me dolió que en lo que vi de la liberación no se hizo una sola mención de reconocimiento al Presidente de Colombia. Ausente. Como si no existiera esa figura que se supone representa y unifica al Estado colombiano. Pensé que en parte era el resultado de lo que hemos sembrado. No se agradece el desprecio, el desdén, la dureza. Pero igual duele y, sobre todo, preocupa.

En medio de lo que se veía, lo que se evidenciaba era la ausencia de una política humanitaria y de paz formulada y liderada por el Gobierno de Colombia. Un Presidente reaccionando de manera tardía, defensiva y errática a la iniciativa de otros. Sin la sartén y sin el mango. En mi mente, esa escena reflejó una paradoja. Sin un presidente con el liderazgo que había mostrado Álvaro Uribe y con los logros en recuperación del territorio y la seguridad, Colombia no podría dar el paso de la confrontación a la paz. Pero el Presidente que ha tenido las mayores iniciativas y logros en la confrontación parece incapaz de llegar a la paz.

Álvaro Uribe ha sido un presidente muy capaz para hacer arreglos con sus aliados y confrontar a sus enemigos, pero incapaz de hacer una paz estable y duradera con ambos. Del supuesto fin del paramilitarismo nos quedamos con por lo menos 5.000 rearmados, las mismas mafias con nuevos nombres y relevos en las jefaturas. La derrota de las Farc luce más como un fabricado anuncio de prensa que como resultado concreto. ¿Cuánto tiempo más aguanta el contentillo de que los tenemos arrinconados? Las cifras que damos para demostrar esa victoria evidencian también sus límites: las Farc solo están en las selvas y montañas (de un país en el que la mayoría de su territorio son selvas y montañas), todavía exportan miles de toneladas de cocaína, tienen 750 secuestrados más, etc. ¿Puede Colombia ser un país del todo viable con organizaciones criminales mafiosas, guerrilleras y paramilitares que pululan pero supuestamente están minimizadas?

La paz no es un tema de voluntarismo individual, ni de chantajes, ni mucho menos de indebidas intervenciones de gobiernos extranjeros. Es una prioridad nacional que debe ser fruto de compromisos colectivos.

Si los señores de las Farc aspiran a un estatus y a una negociación política, deben comportarse en consecuencia. Si toman la decisión de acogerse al Derecho Internacional Humanitario, poner fin al secuestro y otros delitos de lesa humanidad, el país debería comprometerse a hacer una negociación política de paz con las Farc, que no termine en otro genocidio como el de la UP.

Abrirle paso a esa eventual paz negociada sólo es posible si se concreta primero un acuerdo humanitario. Si ni la sociedad, ni el Gobierno, ni la guerrilla somos capaces de hacer un acuerdo humanitario sobre el secuestro, mucho menos seremos capaces de hacer una paz negociada.

No se hace la guerra por la guerra, sino como recurso transitorio y de última instancia para llegar a la paz, que no es otra cosa que encauzar por la política lo que se pretendía por las armas. Esa decisión es el meollo de la política humanitaria y de paz de la que carecemos.

3 commentaires:

Anonyme a dit…

Claudia López est une excellente journaliste ... ça vaudrait presque la peine de traduire ... ha .. le temps...

Anonyme a dit…

Phiconvers n'a plus son blog.il a domnc une petite demi heure enm plus chque jour.
il pourrait nous remercier de notre mansuetude a son endroit en s'y collant. non? Allez, une traduction d'ineteret general republicain,Leon. Vale? Por fa..

Anonyme a dit…

une demi heure!!! t'es large toi!